Erase una vez, una zorra que estaba muy hambrienta.
Estaba paseando por el campo muy malhumorada.- ¿Qué pasa hoy en el campo?¿Están todos de fiesta? ¡ qué alguien me conteste!. Gritaba la zorra.
Pero los animales del bosque, al oír gritar a la zorra, se escondían corriendo por si acaso.
Pero la zorra seguía fastidiada, .- Al paso que voy, se me va a juntar el desayuno con la comida,
y para colmo, tengo que aguantar los ruidos de mis tripas.
Andando, andando, la zorra llegó junto a una parra de la que colgaban unas uvas negras y maduras
que daba gusto verlas. La zorra se dijo:
Ya es hora de que me tome algo, aunque no sea lo que más me gusta.
Cómo la boca se le hacía agua, decidió coger un racimo de uvas.
Miró otra vez hacia arriba y dio un salto. Pero los racimos estaban muy altos.
Dio otro salto y luego otro, pero no consiguió nada.
Descansó un rato a la sombra y volvió a intentarlo. De tantos saltos que dio, empezaba a estar cansada. Así que miró fijamente a las uvas y se dijo:
No merece la pena que las coja. No las quiero comer, no están maduras.
Todo esto lo vio y oyó un pájaro que estaba en la parra. Así que cuando la zorra se marchaba con el rabo entre las piernas, el pájaro le dijo:
(MORALEJA).
No debemos poner excusas tontas cuando algo no podemos alcanzar. Es mejor aceptar que no podemos, y tal vez alguien os podrá ayudar.
Conchi
Muy interesante la fabula con su moraleja hay que saber aceptar la ayuda de los demás.
ResponEliminaEs muy interesante
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